Toronto volvió a sentir el vértigo del otoño beisbolero. Treinta y dos años después de su última Serie Mundial, los Blue Jays encendieron el Rogers Centre y a todo Canadá con una ofensiva que desbordó a los Dodgers de Los Ángeles.
Desde el primer lanzamiento, el estadio fue una caldera. Más de 45 mil aficionados rugieron con cada pitcheo, conscientes de que la historia podía reescribirse bajo el techo del coloso canadiense.
Los Dodgers tomaron la delantera en la segunda entrada con batazos oportunos de Teoscar Hernández y Tommy Edman. Pero Toronto respondió con paciencia y fuerza. En la cuarta, el mexicano Alejandro Kirk abrió con un sencillo y Daulton Varsho siguió con un jonrón por el jardín central que encendió las tribunas y volteó la pizarra.
La sexta entrada fue una fiesta azul. El relevo angelino se vino abajo y los bates canadienses castigaron sin compasión. Con las bases llenas, Addison Barger, quien entró como emergente, conectó un grand slam monumental por el central. Acto seguido, Vladimir Guerrero Jr. sumó un imparable y el mexicano Alejandro Kirk selló la entrada con un jonrón de dos carreras que envió al Rogers Centre al delirio.
El marcador se disparó a 11-2. Las gorras azules ondeaban en cada rincón, y el azulejo del logotipo brillaba como símbolo de orgullo nacional. Era una fiesta esperada desde 1993, un estallido contenido durante tres décadas.
Los Dodgers reaccionaron con dignidad en la séptima, cuando Shohei Ohtani desapareció la pelota por el jardín derecho, remolcando a Tommy Edman y acercando a su equipo 11-4. Pero el daño estaba hecho, y el bullpen canadiense mantuvo el temple para preservar la ventaja.






















